Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


23 de julio de 2017

"1Q84 libro 3", de Haruki Murakami, mi regreso al mundo de las dos lunas


“Ambos, callados, se agarraban de la mano encima del tobogán. Habían vuelto a ser niños de diez años. Un niño solitario y una niña solitaria. En un aula una vez acabadas las clases, a principios de invierno. En aquel entonces ninguno de los dos tenía la fuerza ni los conocimientos para saber qué ofrecerle al otro, qué buscar en el otro.

Nunca nadie los había amado y nunca habían amado a nadie. No habían abrazado a nadie, nadie los había abrazado.

Ni siquiera sabían adonde los iba a conducir aquello. Se habían adentrado en una habitación sin puertas. No podían salir de allí, aunque, por esa misma razón, nadie más podía entrar”
En el mundo de dos lunas 1Q84, la secta religiosa Vanguardia se ha quedado sin su líder y “la voz” ha dejado de hablarles.
Ahora, la misión más importante a la que se enfrenta la comunidad es encontrar a un nuevo profeta. Si la voz dejase de hablarles para siempre, la comunidad perdería su razón de ser.
Como están convencidos de que Aomame lo ha asesinado, contratan a Usikawa, para que averigüe su paradero. Usikawa es un investigador privado un tanto peculiar: con la cabeza deforme, los ojos saltones y las piernas cortas y arqueadas, pero tenaz, con un olfato innato y muchos recursos para moverse libremente al margen del sistema, fuera de la ley.
Señor Ushikawa, reflexione un poco. Sólo somos una comunidad religiosa. Perseguimos la paz del alma y los valores espirituales. Vivimos en medio de la naturaleza y nos dedicamos a la agricultura y a la práctica ascética. ¿Quién podría vernos como enemigos? ¿Y en qué les beneficiaría el asesinato de nuestro líder.
Ella está escondida en un apartamento que le han proporcionado la anciana del albergue para mujeres maltratadas (“la Señora”) y su guardaespaldas Tamarú, donde cada martes, unas personas desconocidas le llevan comida y todo lo necesario para cubrir sus necesidades. Aunque vive en completa soledad, no se siente sola y nunca ha perdido la esperanza de poder reunirse algún día con su querido Tengo, al que hace más de veinte años que no ve. Si supiera lo cerca que está de él…
Aomame a veces tenía la impresión de haberse quedado sola en un planeta inhabitado. Como aquella película sobre un mundo tras una devastadora guerra nuclear. ¿Cómo se titulaba? La hora final. A pesar de todo, Aomame, muy concentrada, seguía vigilando. ¿Qué sentido tiene seguir viviendo sola en un mundo carente de lógica, un mundo con dos lunas de diferente tamaño y donde esa Little People gobierna el destino de todos?
Por otra parte, Tengo Kawana también la busca, incansable. Pero la muerte de su padre le obliga a abandonar Tokio por unos días.
A Tengo le costaba creer que, en aquel mundo frenético semejante a un laberinto, los corazones de dos personas, los corazones de un niño y una niña, hubieran permanecido inalterados y unidos pese a haber transcurrido veinte años.
Mientras tanto, Usikawa seguirá en pos de los dos, reuniendo pistas, recopilando datos sobre sus vidas pasadas y actuales, con único fin: presentárselos en bandeja a los miembros de Vanguardia.

¿Se encontrarán algún día Tengo y Aomame? ¿En que mundo: en el real, en el de las dos lunas, o en el de los sueños? ¿Qué será de Vanguardia?

9 de julio de 2017

"LA CASA ENTRE LOS CACTUS" de Paul Pen y una familia perfecta... ¿o tal vez no?



“Papá detuvo el vehículo frente a la casa. Era la única vivienda levantada hasta donde alcanzaba la vista.

Durante el crepúsculo, cuando la fachada adquiría la misma tonalidad morada que el resto del terreno, parecía camuflarse y desaparecer entre los cactus.
Como si no existiera.


Papá bajó de la camioneta y la cerró con un portazo. Las niñas trotaron hacia él. Lo abrazaron por la cintura, en una pierna cada una.”
En algún momento de los años sesenta, en algún lugar del Desierto de Baja California (México), emerge como salida de la nada, una casa rodeada de rocas y cactus. Alberga una modélica familia, o al menos eso es lo que aparentan ser: el matrimonio formado por Elmer y Rose que un día decidieron alejarse del mundanal ruido para criar y "cultivar" a sus hijas en la casa entre los catus.
O a lo mejor lo increíble es que los humanos nos apelotonemos en ciudades. Que vivamos puerta con puerta, sin espacio. Que todo el mundo se meta en los asuntos de todo el mundo cuando tenemos este espacio libre a nuestra disposición para vivir más libres y tranquilos. Sin dar explicaciones a nadie de nada. Hace mucho, antes incluso de tener a las niñas, mi marido y yo nos cansamos de la vida acelerada y decidimos dar a las niñas una vida mejor. Una vida más real. Más tierra y menos asfalto.

Todas ellas tienen nombres de flor: Iris la mayor (16 años), Melissa, y las gemelas Dahlia y Daisy, sin olvidarnos de Edelweiss que ahora está muerta y enterrada en el desierto.

No están acostumbrados a recibir visitas, tan solo la maestra que les da clases va por allí una vez a la semana. Por eso, la llegada inesperada de Rick, un apuesto excursionista que parece buscar únicamente refugio y cobijo, produce un gran revuelo entre las chicas.
Como si la visita de un desconocido fuera un suceso normal y no algo que ocurría por segunda vez desde que Melissa recordaba. Y en aquella otra ocasión sólo mamá y papá atendieron al sacerdote que ofició en español una misa por Edelweiss.

En contra de sus deseos, Elmer y Rose, no pueden evitar que el muchacho se quede a pasar la noche y pronto descubrirán que no es quien dice ser, y que su estancia allí quizás no sea un hecho fortuito, una mera casualidad y deciden desenmascararlo, sin sospechar que tal vez el destino les termine desenmascarándoles a ellos, sacando a la luz secretos inconfesables del pasado, verdades, mentiras, injusticias cometidas. Y se preguntarán...

¿De verdad todo vale al pretender evitar la destrucción de tu idílica familia?