Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


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22 de septiembre de 2017

“LA MALA HIERBA” de Agustín Martínez, ¿nace o se hace?


“Sé qué se siente al ver a tu madre con un disparo en el pecho, helada, y la piel pálida de la que brotan manchas violetas, flores de muerte. Sé qué se siente al mirar a tu padre borbotear sangre y, después, encontrarlo atado a una máquina que respira por él.

Sé qué se siente cuando todas las miradas se vuelven hacia ti como si hubieras apretado ese gatillo. Sé qué es la soledad y la vergüenza. Sé cómo pueden empujarte a poner fin a tanto sufrimiento.

Cuando estás segura de que ya no podrás soportar más dolor y ni siquiera notas la horquilla que has abierto y se clava en tu carne. Cuando estás tan cansada que sólo quieres apagar la luz de una vez por todas”
Un coche viaja rumbo a Portocarrero, un pueblo perdido en el desierto de Tabernas (Almería). En él viajan tres miembros de una familia. Un matrimonio que quiere comenzar de nuevo porque hace tiempo que ya no se entienden: él, Jacobo, ha perdido su trabajo y no sabe como salir adelante, ella, Irene, deseosa de reconstruir su vida junto a su marido y su hija, de que todo vuelva a ser como antes. Y una adolescente, Miriam, enfurruñada en el asiento trasero, porque se ha visto obligada a dejarlo todo atrás, su instituto, sus amigos, su ciudad y para colmo ahora son pobres.
Intentaron vender todo aquello que tenía algún valor: la lavadora, el frigorífico, la televisión, el portátil de Miriam. Y, después, desaparecer en ese desierto con la esperanza de que allí podrían retomar sus vidas. Eso se murmuraban mientras la casa se vaciaba, se colaba en maletas y cajas como si fueran sumideros. Ella había cumplido los cuarenta y tres años, él tenía uno más. ¿Realmente estaban a tiempo de empezar nada?
Pretenden instalarse en el viejo cortijo abandonado que los padres de Irene les dejaron en herencia a ella y a su hermano Alberto, que también vive en Portocarrero. Un caserío en las afueras del pueblo al pie de la nada, de paredes encaladas y ventanas que cierran mal, y en la que el frío y el calor del desierto se cuela por todas partes.
Vio gatos dormitando en alféizares. Vio perros famélicos cruzando la carretera sin mirar a los lados bajo un sol que, como no llegara pronto a algún lugar con aire acondicionado, terminaría por deshacerla. Vio un cartel de «supermercado», pintado con letras negras en la tapia de una casa abandonada. Una flecha señalaba su ubicación. Después de un tiempo avanzando por ese extraño decorado, se dio cuenta de que había sido absurdo temer que algún vecino se acercara a ella cuando se le caló el coche. Portocarrero parecía deshabitado
Pero allí las cosas no hacen más que empeorar hasta límites insospechados, sobre todo a partir de esa noche, en la que unos desconocidos se cuelan en la casa, matando a Irene y dejando malherido a Jacobo. Miriam se libra porque se había quedado a dormir a casa de Carol, su nueva amiga.
Eran casi las doce cuando esos hombres entraron por la puerta de la cocina. Irene había bajado y los vio irrumpir. Bajo la bata de algodón, estaba desnuda. Dos disparos y ella murió en el acto. Jacobo sólo recibió uno, el que le atravesó el pulmón. Quedó inconsciente y lo dieron también por muerto. El cortijo estaba aislado; nadie vio nada
Después de unos meses en el hospital, Jacobo se despierta con noticias escalofriantes: ha perdido a su mujer y Miriam está detenida acusada del asesinato de su propia madre.
Su memoria se había roto. Recuperarse físicamente ya no le parecía tan difícil como reconstruir pieza a pieza lo que había sido su vida. Hay detalles insignificantes grabados en mi memoria, pero el conjunto de lo que sucedió aquella noche permanece como una figura mal ensamblada, brazos y piernas en lugares imposibles, el monstruo del pasado arrastrándose hacia mí, rogándome que le dé forma con un balbuceo incoherente, mitad llanto, mitad grito. La puerta de la cocina no cerraba. Por esa puerta entraron. Puedo verme escupiendo sangre en el pasillo
Y en el pueblo, a raíz de unas conversaciones filtradas a la prensa de whatsapp entre Miriam y sus amigos donde ella desea la muerte de sus padres y fantasea con matarlos, todos creen que es culpable y Jacobo pasa de ser una de las víctimas, a ser el padre de «la asesina del WhatsApp». ¿Cómo aceptar algo así, que su hija los odiaba tanto como para desear matarlos, como para desear destruirlos?

Nora Cuevas, la abogada que se ofrece a llevar el caso de Miriam parece ser la única que tiene una fe inquebrantable en ella y luchará hasta el final para conseguir demostrar su inocencia.
¿Qué quiere decir Probono? Probono es el trabajo que hacemos las abogadas gratis. Porque son casos que afectan al bien social y nadie se hace responsable de ellos, ¿me entiendes? Algo así como una labor de ONG

¿Podría ser que lo que empezó siendo una fantasía de adolescente, un simple divertimento, acabara convirtiéndose en un verdadero y macabro plan?