Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


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24 de mayo de 2019

“UNA MALDITA HISTORIA” de Bernard Minier

Cubierta de la novela de Bernard Minier, suspense, policiaca
“¿Quién no ha dudado nunca de la autenticidad de sus recuerdos? ¿Quién no se ha preguntado alguna vez en qué medida los ha desfigurado, embellecido? 

Todos somos unos mentirosos. Disfrazamos, falsificamos, modificamos, rellenamos los vacíos. Todos somos mitómanos. Lo único que varía es el grado de mitomanía. 

¿Y si toda mi vida, tal como se la he contado, no era más que una mentira? ¿Me quedaba algo a lo que aferrarme?esperanza.”
Una noche gélida del Pacífico Norte, zarandeado por la lluvia torrencial y un viento huracanado, un ferri se bambolea a merced del océano embravecido. Ajenos al temporal, dos adolescentes, Henry y Naomi, discuten con saña en cubierta. Al día siguiente, el cadáver de la chica, arrastrado por el fuerte oleaje, aparece atrapado en una red de pesca. Este terrible suceso, que hace estallar la burbuja sobreprotectora en la que se ha criado Henry, provocará un giro radical en su vida y una conmoción sin precedentes en la isla de Glass. En un entorno cada vez más adverso, Henry comienza a investigar la muerte de Naomi con la ayuda de sus amigos más fieles, una lucha contra el reloj que, inevitablemente, lo conduce a sacar a la luz los secretos más inimaginables de los habitantes de la isla.

20 de junio de 2017

DOS DE SUSPENSE: "NO APAGUES LA LUZ" de Bernard Minier y "ENCUÉNTRAME" de Gilly Macmillan


De las profundidades de la noche y del sueño ascienden voces que no querríamos oír nunca. 

Son como recordatorios de los miedos de la infancia, cuando, una vez apagada la luz y cerrada la puerta, cada objeto de la habitación, cada forma podía convertirse en monstruo; cuando, desde nuestra cama (ese barco salvavidas cercado por las olas inquietantes de la noche) éramos dolorosamente conscientes de nuestra vulnerabilidad y de nuestra pequeñez.

 Esas voces nos recuerdan que la muerte forma parte de la vida y que la aniquilación nunca queda lejos”
Christine Steinmeyer, una conocida locutora de radio recibe el día de Navidad una carta sin firmar de alguien que dice querer suicidarse, pidiéndole ayuda. En un principio piensa que puede ser o bien una broma de mal gusto, o un error en el destinatario, es decir, que no vaya dirigido a ella. Pero poco después, un desconocido la llama en directo a la emisora acusándola de ser una asesina, de haber dejado morir a una persona. A partir de entonces todo se le complica, su vida se vuelve un infierno y el mundo se vuelve contra ella. De la noche a la mañana lo pierde todo: su novio, su perro, su trabajo, sus amigos. Christine está sola.

Por otra parte, el comandante Martin Servaz vive su baja laboral en un centro para policías deprimidos. Tiene 40 años, está divorciado, y adora la música clásica (amante de Mahler por encima de todas las cosas) La única persona que lo visita es su hija y allí dispone de todo el tiempo del mundo para recordar los hechos que le llevaron a su situación actual.
Se trataba de policías que, después de pasar años frecuentando las orillas de lo inmundo, habían acabado desmoronándose. Que ya no soportaban seguir siendo tratados día tras día de maderos, de pasma, de perros, de sicarios, de canallas. La mayoría de los que estaban allí se habían metido el cañón de su arma de servicio en la boca al menos una vez.
Un día, Servaz recibe una carta con la llave de una habitación de hotel en la que hace un año una artista conocida se suicidó y empieza a investigar por su cuenta, hasta que su camino se cruza inevitablemente con el de Christine.

¿Quién pone tanto empeño en destrozarle la vida a Christine? ¿Porqué?



“Un secuestro se puede producir por muchas razones, incluyendo el deseo de poseer al niño, la gratificación sexual, un objetivo económico, una forma de castigo o el deseo de matar.

Las investigaciones indican que cuando el menor es asesinado, la motivación puede ser: la emoción, porque el secuestrador busca vengarse de la familia; el impulso sexual, porque el agresor busca una gratificación sexual con la víctima; o el beneficio económico en los casos en los que se pide un rescate.”
Benedict Finch pasea tranquilamente con su madre y su perro por el bosque, una tarde cualquiera de domingo. Rachel Jenner nunca hubiera imaginado que su hijo pudiera desaparecer en un abrir y cerrar de ojos por un pequeño descuido de ella, por dejarle volar un poco.

A Ben y a su perro parece que se los hubiera tragado la tierra y encima Rachel se siente tan culpable… Todos, los medios de comunicación y hasta su propia familia, parecen señalarla con el dedo, haciéndola sentir una mala madre. ¿Se tratará de un secuestro? ¿De un asesinato? 
Nosotros no somos quienes creemos, ¿lo son los demás? Si el riesgo de que los demás nos juzguen mal es tan grande, ¿cómo podemos estar seguros de que la opinión que nos forjamos de alguien tiene algo que ver con la persona que realmente hay en el fondo? ¿Deberíamos confiar en alguien solo porque sea una figura de autoridad o un miembro de nuestra familia? ¿Nuestras amistades y relaciones personales tienen verdaderamente una base sólida?
El inspector James Clemo (Jim) forma parte del equipo de policías encargado de solucionar el caso y comprobar las pistas y los sospechosos que van surgiendo: gente cercana al entorno de Ben, de su colegio, sus amigos, o incluso dentro del propio círculo familiar. Cualquiera puede ser el culpable, no se puede descartar a nadie.
Estábamos en ese punto en el que el caso se apodera de ti: es agotador, pero es adictivo y nunca tienes suficiente. Los nervios están a flor de piel y te alimentas básicamente de adrenalina y cafeína. Es difícil hacer nada normal porque siempre tienes el caso en la cabeza. Es como una droga.