Conoce a Dewey leemáslibros, el gato que inspiró el título de mi blog


21 de noviembre de 2017

“MIDDLESEX” de Jeffrey Eugenides, un hermafrodita en busca de su propia identidad


“Me educaron en sentido femenino, y yo no albergaba duda alguna de que fuese una niña. Mi madre me bañaba y me enseñaba a lavarme.

A juzgar por todo lo que ocurrió después, me atrevo a pensar que, en el mejor de los casos, aquella instrucción en higiene femenina tenía un carácter rudimentario. No recuerdo alusión directa alguna a mi aparato genital. Me restregaba con fuerza.

Al aparato de Capítulo Once lo llamaban «colilla». Pero para lo que yo tenía ahí abajo no había palabra alguna. Mi padre era aún más remilgado. En las raras ocasiones en que me bañaba o cambiaba los pañales, Milton procuraba desviar la vista””
Middlesex nos habla de la familia Stephanides, desde el año 1922, cuando Desdémona y Leftie (los abuelos del protagonista) se ven obligados a huir de una Grecia tomada por los turcos, hasta la actualidad de Calíope Helen Stephanides (Callie para los amigos), que ya tiene 41 años y está enamorado de una mujer a la que teme perder, por culpa de su dualidad sexual.

Él mismo (¿o podríamos decir ella misma?) nos irá relatando a la vez que deja plasmado por escrito, todos los pormenores de su vida y de algunos de sus antepasados. Nos cuenta que nació chica y fue educada como tal, hasta que en la madurez sexual, su aspecto físico empezó a cambiar.
Yo nací apolínea, una niña de rostro luminoso y enmarcado en bucles. Pero, al aproximarme a los trece años, un elemento dionisíaco empezó a invadir sigilosamente mis rasgos. Mi nariz, delicadamente al principio y luego no tanto, empezó a arquearse. Mis cejas, espesándose más, también se curvaron. Algo siniestro, artero, literalmente «satírico» se deslizó en mi expresión.
La culpa de todo la tiene una mutación transmitida de generación en generación que desencadena “El síndroma de deficiencia de 5-alfareductasa” en su cuerpo.
El síndrome de deficiencia de 5-alfa reductasa es un falsificador muy hábil. Hasta que llegué a la pubertad y los andrógenos me inundaron el torrente sanguíneo, resultaba difícil distinguir las diferencias que me separaban de las demás niñas. El pediatra nunca observó nada anormal.   
En definitiva, ella y sus padres descubren por diagnóstico médico su condición hermafrodita, sus dos sexos y todos la presionan para que se opere y se convierta únicamente en hombre o en mujer.
Uno de cada dos mil niños nace con genitales ambiguos. En Estados Unidos, con doscientos setenta y cinco millones de habitantes, eso arroja una cifra de ciento treinta y siete mil intersexuales. Pero los hermafroditas somos personas como todo el mundo.

¿Conseguirán convencer a Callie? ¿Qué identidad sexual le escogerán para la operación, la masculina o la femenina?

1 de octubre de 2017

“MÚSICA PARA FEOS” de Lorenzo Silva, una preciosa historia de amor con banda sonora


“Pensé, también, que todas las canciones que él me mandaba eran, año arriba o abajo, de esos 80 que a mí me vieron nacer y en los que él había vivido su adolescencia y juventud.

En cierto modo pertenecíamos a mundos diferentes, y la música que escuchábamos y nos enviábamos lo delataba. Su sensibilidad se había educado en tiempos más ingenuos que los míos. La música que a mí me había saludado en el despertar a la vida adulta era menos pura, más resabiada: a la producción, con mucho más aparato tecnológico, se sumaba una especie de cálculo de los intérpretes, que era todavía más visible cuando hacían versiones de melodías antiguas”
Tres años han pasado desde aquel viernes cualquiera en el que Mónica salió de fiesta con su amiga Alba, sin otra pretensión que pasar el rato, ligar un poco, y bailar mucho en algún antro de mala muerte. Pero no contaba con que a veces la vida te sorprende y te pone en bandeja la felicidad, la oportunidad de salir a flote, de conocer a alguien especial.
Porque esa noche, en vez de estrellarme, encontré lo único hermoso y limpio que de veras he tenido
Y la vida sorprendió a Mónica, esa noche en la que conoció a Ramón, un hombre bastante más mayor que no para de mirarla mientras baila y que se ofrece a acompañarla a casa rechazando la invitación de subir a tomar algo.
Son las reglas. No se puede disparar contra quién no está en condiciones de dispararte a ti. No sería un blanco legítimo. Mejor si no has bebido. Voy a hacer una cosa. Voy a darte mi teléfono. SI te parece bien, mándame un sms con un lugar y una hora, para el sábado que viene. Y te lo piensas, y si entonces aún quieres, vas. Y si yo quiero, iré.
Ramón es una hombre sensible, misterioso, que prefieres expresar sus sentimientos a través de las canciones, pero tiene un secreto: su profesión. Mónica es periodista y él es . . ., eso no se lo desvela ni ese día, ni al siguiente, ni al otro.  Más adelante, cuando tengan más confianza, quizás lo hará.
He traído una canción. Quería que la oyeras un poco más tarde, pero creo que es mejor que te la ponga ahora. ¿Te dejas? No soy bueno con las palabras. A veces me cuesta decir lo que siento, y prefiero que alguien lo diga por mí. Escucha, por favor. 
Y cuando mejor están, él entonces le comunica  que debe irse por razones de trabajo, a no se sabe donde, ni a hacer qué cosa. Para entonces, algo muy especial ya ha surgido entre ambos y no hay vuelta atrás.
Lo que quiero contar, dejando a la imaginación y la preferencia de cada cual los detalles concretos, son las sensaciones con que se fue armando mi convicción de que aquel hombre era el hombre. De que aun enigmático y hasta cicatero en darme cuenta de su vida, era limpio y era de verdad y, por encima de todo, yo quería estar con él
Ninguno quiere separarse del otro, pero solo serán unos meses, unos meses que seguramente se harán eternos, con una letra distinta cada día, una música que los unirá para siempre.
La ausencia es aire, que apaga el fuego chico y aviva el grande
¿Cuál será el secreto de Ramón, su profesión? ¿Será algo tan malo como para hacer cambiar a Mónica su opinión respecto a él?